En la terapia Gestalt invitamos a mantener una actitud de no juicio, de experimentar lo que nos pasa sin poner etiquetas de “bueno” o “malo”. Muchas veces tendemos a sacar conclusiones rápidas que algo es perjudicial o ventajoso para nosotros. No siempre podemos ver en el momento que lo que nos pasa, aunque parezca una maldición, también trae un regalo. En la vida siempre perdemos ganando algo y siempre ganamos perdiendo algo. Es fácil aceptar las ganancias, más difícil es percatarse de una ganancia en una perdida.
Cuando era pequeña, a veces enrollaba una hoja de papel y hacía una especie de telescopio a través del cual miraba. Podía enfocar cosas a través de él. Podía ver los detalles de las cosas pero no podía ver una imagen completa. Me enfocaba en una flor y no podía ver el prado. Me enfocaba en el ojo de mi hermana, pero no podía ver su cara entera. Me sorprendía como la imagen cambiaba cuando apartaba el telescopio, como de repente se abría mi campo de visión y podía ver tantas cosas más.
Nuestra mente puede funcionar de esta manera. Puede enfocarse en algo y estar con ello. Y es una cualidad maravillosa. Sin embargo, cuando pensamos que es lo único que existe, nos limitamos. A veces es difícil apartar el telescopio, sobre todo cuando nos pasamos por una crisis. Sin embargo, el tiempo es el factor que nos ayuda, con su paso podemos tomar distancia para ver la imagen completa. Y de esto habla el cuento….
Erase una vez un viejo sabio en la India que tenía un caballo y un hijo. Todos sus vecinos le miraban con lástima y le decían: “Qué pena que sólo tengas un hijo y un caballo!…”. El viejo sabio siempre respondía con las siguientes palabras: “Es bueno?.. Es malo?… Quién sabe?” Un día, el caballo se escapó. Todos los vecinos vinieron a su casa lamentándose: “¡Qué terrible, tu único caballo se escapó y ahora solamente tienes a tu hijo. Es muy triste!”. Como siempre, el viejo encogió sus hombros y dijo: “Es bueno?.. Es malo?… Quién sabe?”
Pasó una semana y el caballo regresó, y con él venían nueve hermosos caballos salvajes. Los vecinos estaban muy entusiasmados: “Es fantástico, ahora tienes 10 caballos, qué buena fortuna!”. El viejo sabio respondió una vez más encogiendo sus hombros con las acostumbradas palabras: “Es bueno?.. Es malo?… Quién sabe?”
Un día, el hijo del sabio estaba montando uno de los caballos salvajes, se cayó y se rompió ambas piernas. Cuando los vecinos se enteraron, se acercaron y le decían con lástima: “Qué cosa tan terrible lo que le pasó a tu único hijo”. El viejo sabio nuevamente se encogió de hombros y dijo: “Es bueno?.. Es malo?… Quién sabe?”
Un tiempo después, llegaron se emitió una orden que decretaba que todos los hombres físicamente capaces tenían que ir a la guerra para proteger el país de las bandas de bárbaros. Así que todos los jóvenes fueron reclutados para a ayudar en la guerra excepto el hijo del viejo sabio, quien tuvo que quedarse en casa porque sus dos piernas rotas aun no habían sanado. Todos los jóvenes que fueron a la guerra murieron pero el hijo del viejo sabio vivió muchos años.
Entonces, cuando parezca que tu mundo se está desplomando a tu alrededor y es difícil entender lo que te está pasando, recuerda que te es mostrada sólo una pequeña parte de la película. Recuerda también las palabras del viejo sabio: “Es bueno?.. Es malo?… Quién sabe?”