A veces las personas vienen a la consulta de la terapia individual con una demanda muy comprensible aunque poco específica: “Quiero ser feliz y no sé cómo hacerlo”. También puede que añadan: “Siempre me la arreglo para fastidiarla!”, “Me boicoteo en las relaciones/proyectos” “Tengo una buena vida pero no la estoy disfrutando”. Cuando empezamos a indagar a veces descubrimos que la persona realmente quiere ser feliz, incluso puede estar harta de la propia miseria, pero inconscientemente no quiere dejar el estado de infelicidad. Cuando se presenta la oportunidad de realmente cambiar las cosas, las resistencias se agrupan como un muro y no quieren dejarle pasar hacia el destino “Bienestar”.
¿Te pasa a ti? ¿Te vuelves una especie de boicoteador de tu felicidad?
Es como si tuvieras un enemigo interno trabajando en contra de su objetivo, y cuando te das cuenta de esto te provoca rabia, frustración, incluso desesperación… lo cual no acaba mejorando las cosas.
Vamos a ver algunas de las resistencias inconscientes que pueden bloquear tener mayor bienestar y felicidad en tu vida.
1. Miedo a la felicidad
¿Qué sientes cuando piensas en dejar este estado de infelicidad? Seguramente alivio, ilusión… Pero si miras bien con la luz de tu consciencia, es posible que te des cuenta que tienes un poco de miedo. “¿Miedo a la felicidad? ¡Imposible!” – dirás. Pero si, en realidad salir de la miseria puede significar también dejar algunos vicios y los beneficios que traen. Recuerdo a Mireia que hacía un tratamiento para la ansiedad durante muchos años con varios terapeutas y que finalmente descubrió que si se ponía realmente bien, perdería los afectos de sus familiares y ya no la cuidarían tanto. Así que cada vez que mejoraba, enseguida pasaba algo que la volvía al estado habitual de infelicidad. Ella pudo verlo, dejó de sabotearse e hizo un verdadero giro en la actitud hacia su vida.
A veces es el miedo a lo desconocido lo que nos frena a ser realmente felices. “Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer” afirma un dicho popular (muy limitante en mi opinión). “Quédate con lo que tienes, salvaguarda y no saques la cabeza porque lo que viene puede ser hasta peor. Lo que tienes, al menos lo conoces. Lo que está por conocer es una promesa con un resultado incierto.” Lo que pasa es que salvaguardando quizás no pierdas pero tampoco ganarás nada nuevo. Así que es necesario que te arriesgues, aunque sea un poco. Para poder avanzar necesitas seguir. Con miedo. No esperes que el miedo pase porque puede que tengas que esperar mucho… Simplemente avanza a pesar del miedo dando pequeños pasos hacia tu felicidad.
Si notas que tienes muchas resistencias al cambio, quizás te interese leer el artículo: “Quiero cambiar pero estoy bloqueada”.
2. Esperar la salvación
Siéntate y cierra los ojos un momento. Pon la atención a tu respiración. Date cuenta de lo que SI es. Tu respiración es. Tu cuerpo es. Tus emociones y pensamientos aunque cambien constantemente, son. ¿Qué es lo que falta en esencia en este momento? No vayas a la mente para averiguarlo. La mente siempre te dirá algo: “Te falta un piso nuevo. Deberías tener mejor salud. Tendrías que estar acompañado de una pareja que te quiere”. Date cuenta de estas contestaciones mentales y de lo rápido que pueden llevarte de nuevo al estado de carencia. No las sigas. Quédate con tu experiencia. En tu experiencia, ¿falta algo?
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También a veces la adicción a la infelicidad tiene que ver con las lealtades familiares. Recuerdo una mujer que vino en busca del terapia para la ansiedad y depresión. Su madre, muy depresiva y con grandes problemas de salud, se pasaba días sin salir de casa. Su hija la cuidaba desde pequeña, a la vez que renunciaba a su propia felicidad. Su madre murió finalmente pero la mujer no podía construir la felicidad en su vida, ni en lo personal ni en lo profesional. Cuando lo intentaba, siempre “pasaba algo”, siempre aparecía algo en contra. Ella finalmente pudo darse cuenta y entender que lo que bloqueaba su bienestar era la creencia “No debo ser más feliz que mi madre”. De esta manera se mantenía en esta lealtad, en esta promesa fatal a su madre. Había un boicot interno de la felicidad cada vez que se acercaba a estar mejor. Finalmente ella pudo cortar este cordón umbilical para poder decir a su difunta madre: “Tú tuviste tu vida, yo tengo la mía. Me merezco ser feliz aunque tú no pudiste”.
6. Boicoteo corporal
La felicidad se vive en el cuerpo como una sensación agradable. Si has vivido traumas emocionales en tu infancia o tu adolescencia, es posible que tu cuerpo se ha acostumbrado a vivir en un estado de ansiedad, angustia, desconexión permanentes. Es posible que tu cuerpo “no sabe” o no está acostumbrado a sentir placer, satisfacción, relajación. Todas estas sensaciones placenteras pueden ser boicoteadas porque son nuevas y desconocidas, y así interpretadas como peligrosas. Poco a poco tienes que enseñar a tu cuerpo a sentir lo agradable y que es seguro sentirlo. Por eso en las terapias con un componente corporal como la terapia gestalt pueden ayudarte a reconectar con lo placentero. También puedes hacer yoga, taichi, danza… El enfoque de yoga que hacemos en nuestras clases de Yoga para la Autosanación se centra en la recuperación de nuestra capacidad de sentir a través de la liberación emocional suave y respetuosa con tu cuerpo.
¿Y si en vez de buscar te quedas simplemente aquí? ¿Y si acabas con la búsqueda por unos momentos? Sólo por unos momentos deja la búsqueda y quédate aquí respirando. Observa la tendencia de correr en busca de algo. ¿Cómo se manifiesta en tu cuerpo?
La espera también puede mantenerte en un estado de adicción a la infelicidad. “Un día por fin me llegará la merecida felicidad…” Quizás imagines que vaya a pasar algo grande, alguna sensación deslumbrante, fuegos artificiales, un BUM! Y entonces, por fin, serás libre de la infelicidad y te encontrarás en alguna especie de cielo. Quizás esta espera se manifiesta también como un imaginar el próximo fin de semana, las próximas vacaciones, la próxima pareja, el próximo trabajo… No es que haya algo inadecuado en imaginar tu futuro, pero si se vuelve un hábito, una manera de ser, puede convertirse en un murmullo silencioso de descontento. Este esperar te desconecta de lo que es en este momento, creando un rechazo hacia lo que es, y te mantiene en un estado de aguardar algo en el futuro, algún tipo de expectativa que a veces ni sabes qué es exactamente. Como dice Eckhart Tolle en este vídeo: “Cuidado que tu vida no se vuelva una sala de espera”.
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Escrito por Asia Drozd
Terapia para la ansiedad en Barcelona y online