Gestión de la rabia y agresividad en la terapia emocional

La rabia es una de las emociones difíciles con las que nos encontramos en la terapia emocional. Muchas veces reprimida, juzgada como “mala” o despreciada (“enfadarse no sirve de nada” ), fácilmente puede convertirse en una visitante “non – grata”, la que no queremos recibir. A pesar de esto, cumple una función muy importante en nuestra vida. Aprender a gestionar la rabia puede ser uno de los objetivos importantes de la terapia emocional.

La función sana de la rabia

Normalmente no nos gusta sentir la rabia y a veces nos cuesta sostener su energía tan potente. Pero tiene una función muy importante al aportarnos esta energía nos hace capaces de salir de una situación que nos hace daño, poner limites justos a los demás y de esta manera construir relaciones más respetuosas. Nos permite decir este NO tan importante cuando toca protegernos. Nos conecta con nuestra autoestima, auto afirmando en lo que pensamos, sentimos y necesitamos. Defiende nuestra identidad. 

La rabia y la agresividad

¿Entonces porqué nos peleamos tanto con la rabia? La respuesta está en la manera de gestionarla (una de las posibles maneras, como veremos más adelante), que es a través de la agresividad. La agresividad tiene que ver con hacer daño a los demás y este potencial de hacer daño lo llevamos en la sangre, nos guste o no. Sin embargo, no estamos condenados a utilizarla y no tenemos que convertir a la agresividad en la única forma de gestionar la rabia. 

Lo que observo en la terapia emocional es que cuesta asumir este potencial de dañar al otro. A veces, por no poder asumirlo, volvemos la agresividad hacia nosotros mismos y nos machacamos sin piedad. 

Nos damos la espalda a nuestra parte agresiva porque nos confronta con lo que socialmente es no aceptable. “Ser una buena chica” es sólo una de las pautas emocionales que nos llevan a reprimir la rabia y no reconocer la agresividad. Es muy común escuchar a los padres decir a su hijo “No te enfades”  o incluso castigarlo por enfadarse. Esta educación emocional nos lleva directamente a tener un conflicto con la rabia. 

La gestión del impulso energético

Como terapeuta emocional explico en las sesiones que la rabia es una emoción que sirve para actuar hacia fuera.  Por lo tanto si la volvemos hacia dentro es algo antinatural. Eso crea un efecto de la botella cerrada con una bebida gaseosa dentro que empezamos a mover enérgicamente. Inevitablemente el gas quiere salir hacia fuera y si no le dejamos, puede hasta petar la botella. Tenemos que encontrar una manera de dejarle salir, que no nos haga daño ni a nosotros ni a los demás. Esto puede hacerse de diferentes maneras, siempre en escucha lo que necesita nuestro cuerpo. A lo mejor quiere gritar, golpear, boxear, patalear… Podemos encontrar maneras seguras de hacerlo, por ejemplo golpear un cojín, caminar pisando muy fuerte, gritar en la almohada, etc. 
Cuando satisfacemos lo que es el impulso energético de la rabia, habrá más espacio para indagar en ella. El tema es en permitirnos esta gestión emocional, porque muchas veces nos tachamos de “locos” y el juicio nos impide a permitirnos un impulso sano. Lamentablemente, la rabia querrá salir y cumplir con su función “hacia fuera”, así que es posible que descarguemos el impulso en contra de alguien de nuestro alrededor. 

El precio de "comernos" la rabia

La rabia puede también convertirse en mal humor, rumiación o resentimiento cuando la dirigimos hacia nosotros mismos por no haber sido capaces de gestionarla de otra manera. Supongo que has tenido una experiencia de “dar vueltas al coco” después de un conflicto. Estas vueltas no llevan a ningún lugar y producen un desgaste muy grande. El resentimiento nos hace daño a nosotros mismos, no a la persona con la que estamos resentidos. El no permitirnos gestionar la rabia según su naturaleza, es decir, hacia fuera, nos puede llevar incluso a estados depresivos. Hay terapeutas que dicen que la depresión es la rabia vuelta hacia dentro. También se asocia la gestión inadecuada de la rabia con tensiones corporales e incluso enfermedades. 

Indagar en la rabia

Después de haber entendido la naturaleza de la rabia y haber satisfecho el impulso energético de forma respetuosa con nosotros mismos y los demás, podemos empezar a indagar en ella. Para esto nos pueden servir las siguientes preguntas:


1. ¿Cómo siento la rabia en el cuerpo? ¿Cómo son las sensaciones? ¿Dónde y cómo se sienten?
 
2. ¿Para qué está aquí? ¿Hay algún límite que siento que alguien no respeta? 
 
3. ¿Qué mensaje me trae la rabia? Si tuviera que ponerlo en forma de una necesidad: “Necesito que… me respetes”
¿Qué quiero hacer con este mensaje?

Cuando tenemos más información sobre lo que está pasando, podemos elegir que hacer con la emoción que estamos sintiendo. Podemos actuar en lugar de reaccionar. De esta manera, si me doy cuenta que alguien está intentando cruzar un límite, puedo indicarle que esto no me gusta y no lo acepto. Si me doy cuenta que mi rabia tiene matiz de frustración por no conseguir el objetivo que me propongo, puedo utilizar su energía para cambiar de rumbo. La rabia nos da fuerza para salir de las situaciones que nos son inaceptables. Por eso es importante no reprimirla, sino darle su espacio cuidando de nosotros mismos y de los demás.

En la terapia emocional online o presencial en Barcelona aprendemos a mirarnos desde un lugar del observador sin juicios (algunos lo llaman Ser). Es un lugar de curiosidad, interés por el sufrimiento, compasión. Mirar a la rabia desde este lugar es absolutamente sanador y es el paso que permite comprender su función y facilitar su integración. Y así, una emoción que llamábamos “difícil” se convierte en nuestra aliada y compañera, disponible cuando necesitamos utilizar su fuerza para despejar el camino y aumentar el autorespeto.

Escrito por Asia Drozd

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