Los seres humanos somos los únicos en la naturaleza que sentimos a veces que no somos suficientes tal como somos. Hasta ahora no he visto ningún animal o planta que pareciera tener sentimientos de insuficiencia. Parece que aparece únicamente en nuestra especie, causando mucho sufrimiento.
Quién no se ha desvalorizado alguna vez? Yo sí. Conocemos este sentimiento de que no valgo nada, no soy nadie, no soy suficiente, no merezco nada, que es acompañado de la emoción de tristeza, melancolía, fala de motivación, desgana. También pueden aparecer sensaciones de pesadez en el cuerpo, ansiedad, migrañas, dolores corporales (cuello, espalda, hombros). Muchas veces decimos en estos momentos: tengo la autoestima baja.
A veces, si nuestra autoestima está por los suelos, mágicamente empiezan a aparecer personas que nos confirman que efectivamente no valemos nada. Aparecen atraídos por nuestra energía, haciéndonos de espejo y confirmando lo que creemos sobre nosotros mismos, lo cual nos hace sentir incluso peor, claro. A veces ni siguiera tienen ninguna intención de ponernos peor, pero cada palabra que dicen interpretamos de una manera que nos reafirma en este sentimiento de “no valgo”.
Me he encontrado con este sentimiento en la terapia varias veces. Entonces pregunto: No eres suficiente para quién? Para ti mismo? O para alguna persona? O para el mundo? Qué es lo que crees que tienes que hacer para ser suficiente?
Qué significa “ser suficiente”? Si nos hacemos una pregunta así, quizás aparezca alguna imagen idealizada nuestra, probablemente inalcanzable. Quizás “ser suficiente” sería “ser perfecta”? Es interesante ser consciente que imagen ponemos como nuestra “meta”, para ver si realmente es alcanzable o no. Y si no estamos imaginando que “una vez allí” podremos por fin “ser felices”.
Lo que me he encontrado facilitando la terapia Gestalt, que detrás de este velo que llamamos “no valgo” está mucha exigencia hacia nosotros mismos. Así ha sido en mi caso también.
La exigencia puede aparecer en relación con lo que nosotros creemos que se demanda de nosotros desde fuera (otras personas), o lo que nosotros mismos nos decimos que debemos ser. Cuando no podemos cumplir con lo que nos exigimos que deberíamos cumplir, o ser lo que deberíamos ser, nos estresamos, porque vemos que “no llegamos” y cuando no llegamos, nos deprimimos y decimos “No valgo nada”. De esta manera creamos una máquina que funciona por sí sola, de modo automático, causando un desgaste terrible. Dejamos de estar en contacto con nosotros mismos, y entramos en una dinámica enfermiza, que no puede acabar con un final feliz, al no ser que paremos y tomemos consciencia. Mejor hacerlo antes que nos pare el cuerpo, porque normalmente lo hace gritando, es decir desarrollando alguna molestia o enfermedad.
En la terapia Gestalt hablamos de polaridades, en el caso de exigencias, hay una parte “exigida” y otra parte “exigente”. Estas dos partes se relacionan entre si. Muchas veces ha ocurrido que cuando exploramos la parte que exige diciendo: “Tienes que ser así o asá”, “Tienes que hacer esto o aquello… Tienes que llegar a… Tienes que cumplir…” empezamos a reconocer voces familiares (de nuestros padres, de la sociedad, de los profes de la escuela). Sin querer hemos aprendido de estas personas que en algún momento fueron nuestra autoridad, hemos absorbido y aceptado su verdad, y nos hemos identificado con ella. De esta manera las voces sobrevivieron y ahora danzan en nuestro interior expandiendo su olor a pasado.
En la terapia Gestalt intentamos ver y conocer estos mecanismos que nos hacen actuar de una forma determinada, y también nos llevan a una sensación de desvalorización. Cuando los conocemos, no quiere decir que no vayan a aparecer nunca más. Pero sí que tenemos la opción de ser conscientes cuando surjan y no ser esclavos de ellos. De esta manera nace una oportunidad de cambiar de actitud hacia nosotros mismos. También exploramos las exigencias que tenemos. Quizás ya estamos preparados de soltarlas. Tenemos este poder de soltar las cosas, de dejarlas. Qué significa? Qué aunque aparezcan podremos observarlas sin tener que seguirlas. Entonces nuestro ambiente interior cambia, aparece una sensación de espacio interno que es fresco y muy vivo. Y no huele al pasado, sino a libertad.