Miedo. Quién no conoce esta sensación de presión, cosquilleo, hormigueo en la zona de la boca del estomago? Acompañada muchas veces de la sensación de frío. Nos sentimos como si nuestro cuerpo se contrajera, nos sentimos más pequeños… A veces nos tiemblan las manos, o la voz, y nos cuesta articular las palabras.
Muchas veces me encuentro en la terapia que esta emoción es criticada, por lo tanto ignorada o reprimida. El miedo provoca vergüenza, nos hace sentir estúpidos, desvalidos, indignos. Tener miedo es igual a ser cobarde, y se nos dice que hay que ser valiente. Incluso he leído que para algunos el opuesto del amor es miedo, entonces si el amor es lo más elevado, cuál es el lugar del miedo? En lo más bajo y más despreciado?
Algunos intentan eliminar esta emoción. Sin embargo, si no respetamos algo, es difícil gestionarlo e integrarlo. Por lo tanto la cosa se complica, porque no sólo tenemos miedo, sino también tenemos rabia al miedo o miedo al miedo. Si nuestro “yo idealizado” tiene que ser valiente y tener coraje, no nos permitimos sentir esta emoción que es, de hecho, muy necesaria para nuestra sobrevivencia.
Desde la perspectiva de la Terapia Gestalt, ninguna emoción es mejor que otra. El miedo nos avisa que hay algo en nuestro entorno que percibimos como peligro. Si paso por una calle oscura por la noche, y alguien empieza a seguirme, siento miedo. El miedo me avisa que mi vida o mi salud puede estar en peligro y puedo actuar en consecuencia: acelerar el paso y cambiar de ruta, por ejemplo.
El miedo es una emoción conectada con el futuro, tememos cosas que pueden pasar (la tristeza o culpa nos conectan con el pasado). Algunas de ellas son escenarios temidos que no hemos experimentado (p.ej. miedo a la muerte o a una enfermedad), y algunos tienen que ver con algo que no hemos experimentado (p.ej. una persona nos ha hecho daño y cada vez que la vemos sentimos miedo que vuelva a pasar).
El miedo cumple una función de cuidarnos, cuidar algo que es importante para nosotros. Por ejemplo, si para mi en estos momentos de mi vida es importante estar tranquila, el miedo puede avisarme antes de entrar en los ambientes con mucho jaleo y puedo actuar con prudencia y elegir si me quiero exponer a ellos o no.
El miedo nos puede ayudar a darnos cuenta de nuestras limitaciones y donde podemos mejorar. Imaginemos que quiero participar en un concurso de baile, faltan 4 semanas. Siento miedo porque no me aprendido los pasos. El miedo me recuerda que necesito practicar más.
Gracias al miedo podemos percatarnos de nuestras necesidades y deseos: “tengo miedo de pedir un abrazo” tiene que ver con la necesidad de contacto que siento ahora y detectar la necesidad me da más oportunidades de satisfacerla. También es una indicación que aspectos de nosotros mismos podemos desarrollar. En este caso podría ser la capacidad de pedir.
A veces en la Terapia Gestalt, invitamos a sustituir “tengo miedo de” por “me gustaría”, para ayudarnos a detectar nuestras necesidades y deseos,. Tengo miedo de hablar en público – Me gustaría hablar en público. Tengo miedo de conocer gente nueva – Me gustaría conocer gente nueva. Tengo miedo de cambiar de trabajo – Me gustaría cambiar de trabajo. De esta manera vemos lo que es importante para nosotros, podemos asumir nuestros deseos y responsabilizarnos de ellos.
Las gestiones innatas del miedo son la fuga, ataque o parálisis. Son las que tenemos en común con los animales. Estas son las que nos hacen tomar una acción preventiva (veo una serpiente y echo a correr). Qué pasa cuando también echo a correr cada vez que tengo que dar una conferencia, o ir a un ambiente nuevo, o me paralizo cuando tengo que estudiar para los exámenes, o agredo a alguien porque puso una cara que yo interpreté como amenazante? Aparte de estas respuestas reactivas, que ya nos vienen dadas, podemos gestionar el miedo desde la consciencia. Reconocer el miedo, sin evitarlo ni exagerarlo, nos permite familiarizarnos con él. Podemos ubicar el miedo en el cuerpo, describirlo como es esta sensación y luego preguntarnos: De qué tengo miedo? Cuál es el mensaje en el miedo? Cuál es el peligro? De esta manera podemos empezar a establecer un dialogo con lo que tememos. Si tengo miedo a la soledad y por eso no dejo una relación de pareja que me hace daño, quizás me iría bien revisar mi relación conmigo misma y que significa para mi estar sola (p.ej. que no soy atractiva, que soy una fracasada, etc.) Cuando reconocemos el miedo y le damos espacio, podemos empezar a trabajar con él.
El miedo puede convertirse en nuestro aliado, cumpliendo una función positiva en nuestras vidas, si lo podemos sostener y aceptar como parte de nuestra vivencia, en vez de luchar en contra de él. Nos aporta información importante sobre nosotros mismos y nuestro entorno, sobre los recursos que podemos desarrollar y que percibimos como una amenaza. La gestión del miedo adecuada nos permite actuar desde la prudencia, tomando consciencia que de nosotros mismos cuidamos y protegemos.