Desde el nacimiento pasamos por varias fases de desarrollo, con sus correspondientes desafíos. La pareja, entendida como un sistema, también pasa por varias etapas desde el momento de conocerse, cada uno con sus características diferentes. Es importante tener consciencia de ellas, y entender la pareja como un sistema en un continuo cambio, y no como un constructo fijo y rígido.
Estas fases son:
- Encuentro – enamoramiento y pasión
- Compromiso – convivencia
- Autoafirmación
- Colaboración
- Adaptación
- Madurez
Hay que saber que cuando hablamos de ciclos vitales, no estamos hablando de matemáticas. Muchas veces varias características de cada fase se solapan y hay periodos de transición. Hoy hablaré de la primera fase.
Encuentro (hasta 2 – 3 años aprox).
Características: Atracción. Acercamiento. Enamoramiento. Pasión. Primeros pactos implícitos.
A la hora de conocer a una persona y decidir que nos gusta, damos mucha importancia al componente sensorial. Si pensamos en los primeros encuentros con nuestras parejas, probablemente recordaremos los aspectos sensoriales, p.ej. su voz profunda (auditivo), sus ojos azules (visual), su piel suave (tacto), etc. Así es como empezamos a vincularnos con el otro, y de esta manera también nos vinculamos con nuestra madre cuando éramos bebes. Aparece la atracción. Hoy en día en nuestra cultura este es el primer paso para poder pensar en juntarnos con alguien: la atracción. Si me gusta alguien, quiero acercarme a él / ella. Sabemos que antaño las personas se juntaban por otros motivos, por ejemplo sociales, incluso eran los padres que elegían al cónyuge.
La primera característica de la fase de encuentro es el enamoramiento que puede durar hasta 3 meses. Es cuando vemos el mundo de color rosa y nos sentimos como si estuviéramos drogados. Después de este “subidon” de los primeros meses, comienza el apasionamiento, donde estamos todavía muy entusiasmados con la otra persona, aunque ya estamos andando más con los pies sobre el suelo.
En esta fase hay un gran componente hormonal. Las hormonas que se segregan son las sexuales (testosterona y estrógenos), dopamina (relacionada con sentir placer), serotonina (responsable de la sensación de bienestar y mayor autoestima), oxitocina (ayuda en crear vínculos, se segrega también durante el parto para estrechar los lazos entre la madre y su bebe).
Y eso tiene su sentido biológico: 3 años aproximadamente es el tiempo que tiene la pareja para conocerse, procrear y amamantar al hijo, y las hormonas favorecen que la relación perdure hasta entonces. De esta manera la naturaleza nos apoya en formar un vínculo. Lo que caracteriza a una relación en esta etapa es deseo sexual y relaciones sexuales frecuentes.
A nivel psicológico se observa una fuerte idealización del otro. No ver al otro como realmente es, sino como me gustaría que fuera. La imagen que se crea del otro no es real. Por eso, al acabarse esta etapa algunos dicen: “Es que él /ella me engañó, parecía una persona y es otra”. Y hay una parte de la verdad en el sentido de que en la etapa de enamoramiento por un lado intentamos enseñar nuestra mejor cara a nuestra pareja, y por el otro lado, la idealizamos.
En esta etapa hay una tendencia a fusión – lo hacemos o queremos hacer todo juntos. Miramos lo que nos une y prestamos menos atención a las diferencias.
En esta etapa se pueden establecer los primeros pactos implícitos – son pactos inconscientes que se forman en la pareja. Normalmente tienen que ver con las carencias infantiles. Por ejemplo: yo te daré seguridad y tú me darás reconocimiento. O: yo cuido de tu herida de abandono, y tú me das estabilidad. Por supuesto no son pactos conscientes y no se explicitan. Mientras se vayan cumpliendo, todo va aparentemente bien. Pero cuando uno de los miembros de la pareja más adelante quiere romper este pacto, empieza una crisis ya que deja de satisfacer la expectativa del otro.
En la terapia Gestalt y en la terapia de pareja muchas veces se hace evidente como buscamos en el otro lo que creemos que nos falta. Jung hablaba de nuestras parte masculina y femenina: los hombres buscarían la parte femenina y las mujeres la parte masculina para complementarse. En realidad todos tenemos las dos partes, y nuestro trabajo personal consiste en desarrollar las dos. El otro puede servirnos de un bonito espejo para darnos cuenta que partes de nuestro yo podemos potenciar más.
La etapa de encuentro dura aproximadamente 2 – 3 años. Los aprendizajes más importantes que hacemos son poder mostrarse al otro tal y como somos. Como tememos que la pareja se puede ir si ve alguna parte nuestra no tan “bonita”, fingimos no tenerla o la escondemos. El desafío que nos encontramos es saber gestionar nuestra inseguridad relacionada con el posible marcharse del otro. Como todavía no hay compromiso, o no es muy profundo, y no nos sentimos muy seguros. También en algunos casos puede aparecer miedo a la fusión, miedo a perderse en el otro y perder mi individualidad.
Cuando se acaba esta etapa, aparece la pregunta si quiero seguir con esta persona? Va esto “en serio”? Hay posibilidad de continuar la relación? Y poco a poco entramos en la etapa siguiente – el Compromiso, sobre la que puedes leer aquí.