“El monstruo verde”. La envidia – como aprovecharla para construir.

“En los campos ajenos, la cosecha siempre es más abundante” Ovidio

La envidia es un sentimiento que todos podemos sentir en algún momento. Como es bastante mal vista en la sociedad siendo considerada “fea”, muchas veces queda negada o reprimida. Se considera una emoción negativa, destructiva, por lo tanto no se reconoce fácilmente. En el cuerpo se experimenta como un encogimiento, un dolor en el pecho al darse cuenta que el otro tiene / es / ha conseguido más que yo. Aparecen sentimientos de rabia o indignación (“Es injusto!”), de tristeza y de inquietud y angustia por no entender porque el otro ha conseguido más que yo.


¿Porqué surge la envidia?


El motivo de aparecer la envidia es cuando me comparo con el otro y me siento inferior en algún aspecto (económico, logros profesionales y personales, avance espiritual, estado de ánimo, situación amorosa, etc). Es el contraste entre lo que percibo fuera en el otro y lo que tengo yo. Normalmente surge hacia personas cercanas (amigos, familiares, pareja, compañeros de trabajo, etc. ) Es bastante común que estos sentimientos aparezcan en el ambiente laboral, donde hay un trabajo enfocado en los resultados y es fácil que uno se compare con los demás.


3 condiciones necesarias para que surja la envidia (según  Levy): 

1. Yo me doy cuenta que tú estás realizando algo que yo deseo y no estoy logrando en algún área de mi vida. 

2. No lo estoy logrando porque creo que no tengo recursos para lograrlo. 

3. No tengo una cantidad de deseos realizados en otras áreas para compensar este dolor.


Puede que el dolor no sea soportado ni sostenido y el envidioso toma las acciones para anular el contraste entre tú – yo que siente. Una forma de anularlo es “hacia fuera”: intentar hacer más pequeño al otro, mediante p.ej. conspirar en contra de él, expandir rumores, minimizar sus logros, criticar, intentar destruirlo, etc. Puede llegar a sentir alegría por los males que le ocurren al otro. Como no está bien visto en la sociedad, lleva una máscara para que los demás no puedan ver lo que realmente siente y piensa.

Otra forma de gestionarlo poco ecológica es “hacia dentro”: la rabia que siente es enfocada hacia sí mismo, lo que puede llevar a alguna forma de autocastigo, autoreproche, sentimientos de inferioridad, depresión, angustia.

La envidia se puede construir en muy destructiva para los demás, y sobre todo para nosotros mismos, cuando domina nuestra vida.


¿Cómo gestionar la envidia de forma constructiva?


1. Detecta la emoción

Para gestionarla adecuadamente, y empezar a construir en vez de destruir, primero de todo es importante detectar esta emoción cuando aparece. Lo que ocurre es que muchas veces evitamos realmente el contacto con ella. Algunas formas de evitarla es quitar importancia: “Bueno, tampoco es para tanto”, negar logros ajenos: “Tampoco es tan bueno en su trabajo”, racionalizar buscando fallas en el otro: “A lo mejor es bueno en el trabajo, pero no le va bien en su relación de pareja”, o simplemente “hacerse el tonto”, ignorando por completo el sentimiento. Cuando aparece la envidia, y la detectamos hagámonos la pregunta: ¿Qué exactamente estoy envidiando? ¿Qué es lo que quiero yo tener y no tengo (y lo tiene el otro)? Podemos escribir la respuesta.


2. Identifica tu deseo insatisfecho y construye objetivos concretos y realizables para conseguir tus metas


En la Terapia Gestalt intentamos ver la envidia de forma constructiva comprendiendo que detrás de ella hay una necesidad o un deseo no satisfecho. Si detectamos este deseo, podemos empezar a plantearnos objetivos concretos para conseguir lo que deseamos siendo consciente de nuestras limitaciones. En vez de hacernos la pregunta “¿Porqué?” que nos hace comparar (¿porqué él si y yo no?), nos podemos enfocar en la pregunta “¿Cómo?” que nos hace centrarnos en nosotros mismos (¿Cómo consigo lo que deseo?).


3. Vuelve la mirada hacia ti mismo y reconoce lo que puedes aportar tú


El envidioso, cuando se fija en los logros y capacidades ajenas, deja de ver sus propias capacidades y sus propios logros. Por lo tanto vive en continua insatisfacción y queja. Su autoestima será estrechamente relacionada con la percepción del otro (que además puede estar distorsionada e idealizada), y como consecuencia sufre de autoestima baja, porque siempre habrá alguien más talentoso, más guapo, mejor entrenado, con más éxito. Pero raras veces se pregunta a si mismo ¿Qué es lo que yo puedo aportar?, ¿Qué capacidades y habilidades tengo yo para conseguir lo que quiero? Si me veo a través de la comparación con otros, realmente no me veo a mi misma. Por lo tanto la envidia se basa en un desconocimiento de las cualidades propias. De alguna manera el envidioso se ha abandonado a si mismo y no se valora, porque no se conoce. Un buen punto de comienzo es escribir una lista con los puntos fuertes, mis capacidades innatas y mis habilidades adquiridas. Esto nos hace ver que también tenemos muchas cualidades por las que nos podemos felicitar. También hay muchas cosas en la vida que si que nos van bien y con las que podemos sentirnos satisfechos.


En la Terapia Gestalt intentamos ver la envidia como una emoción que nos puede llevar a reconocer mejor nuestras necesidades, detectar las propias capacidades y habilidades, hacer conscientes nuestros límites, y enfocarnos hacia los objetivos para conseguirlas. Los objetivos son medidos en función de progreso propio y no en comparación de los demás. De esta manera “El monstruo verde” se convierte en nuestro aliado que nos permite avanzar hacia nuestras metas. Y quizás los sentimientos de envidia se transformen en admiración hacia los que hemos envidiado y podamos referirnos a ellos como “los que nos han inspirado”. Invirtiendo la energía en nuestros objetivos, realizando nuestro proyecto de vida y nuestro potencial, hace que esta esté enfocada en un lugar constructivo para que podamos ir avanzando y aportando tanto a nosotros mismos como a los demás.

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